DISCURSO DE HITLER SOBRE LA BATALLA DE STALINGRADO- The Impartial Truth

30 de Septiembre de 1942
La Batalla que decidió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial y así del mundo, la destrucción del Comunismo o del Nacional-Socialismo. Un discurso muy importante, para entender que esta guerra no fue un capricho de Hitler, sino para la defensa de toda Europa contra la ira Bolchevique.
CITAS PARA TENER EN CUENTA
El crimen imperdonable de Alemania antes de la II Guerra Mundial fue su intento de extricar su poder económico del sistema de comercio mundial y crear su propio mecanismo de cambio, que le negaría beneficios a la finanza mundial. (Churchill, “The second World War”
Las dos principales causas de la II Guerra Mundial fueron: Primero: el éxito del sistema alemán de trueque. Segundo: la determinación hitleriana de no aceptar prestamos extranjeros. Su declaración de que los negocios de Alemania serían llevados a cabo de la misma manera que los de un honrado comerciante causo verdadero pánico en los círculos financieros. (Francis Nelso: “The Churchill Legend”, Pag. 296)
Marriner Eccles, del Federal Reserve Board, y Montague Norman, Presidente del Banco de Inglaterra, llegaron a un acuerdo, en 1935, sobre la política a emplear para aplastar, por todos los medios, incluyendo la guerra, si necesario, los experimentos financieros de Hitler. (“The Word” de Glasgow, 3-8-1949).
No vamos a permitir que ese fulano, Hitler, se salga con la suya. Su política monetaria es un peligro para todos. ( Bernard M. Baruch, pez gordo de la Casa Blanca, durante un homenaje a George C. Marshall en 1938, citado por Francis Neilson, “The Tragedy of Europe”).
Debemos mantener bajo nuestros precios, aun perdiendo dinero, pues asi obtendremos a los clientes de las naciones no beligerantes. Será la única manera de destruir el sistema Alemán de trueque. (Bernard M. Baruch a Roosvelt, New York Times, 14-9- 1939).
“Convendría que alguien hiciera presión sobre Varsovia, porque si el mundo se entera de que hacemos una guerra a Alemania por un ferrocarril y una carretera, nos cuelgan”. (M. Couldondre, embajador Francés en Berlín, a M. Georges Bonnet, ministro de relaciones exteriores de Francia, poco antes del inicio de la guerra).